Ahorra energía o utilízalos para otras funciones más allá de las habituales. Con pequeños gestos, puedes beneficiarte aún más de los electrodomésticos que te rodean y, además, ¿Cómo ahorrar energía cocinando con el horno? ¿Puede ayudarte aún más el microondas? ¿Qué más cuidados necesita la nevera para ser eficiente?
Parece que no, pero los electrodomésticos cotidianos tienen otra vida posible. Y con pequeñas acciones se pueden aprovechar mucho más de lo que generalmente se piensa. Muchos de los trucos o consejos están orientados al ahorro de energía (y, por lo tanto, a lograr un descenso en la factura de la luz). Gastar menos dinero y contribuir al cuidado del medioambiente son dos objetivos por los que merece la pena ponerse manos a la obra.
Para qué usar el microondas
- Para no llorar al cortar cebolla. Introduce una cebolla con los extremos cortados en el aparato y caliéntala durante medio minuto a máxima potencia. Además, también sirve para pocharla: si la pones en un recipiente cortada en juliana y la calientas durante 5 minutos, saldrá preparada para cocinar cualquier receta.
- Para sacarle más partido a la fruta. Muchas veces, pelar una naranja o un limón resulta complicado, porque la piel puede estar demasiado pegada a los gajos. Si los calientas durante 20 segundos en el microondas, será mucho más fácil pelarlos e, incluso, exprimirlos.
- Para algo más que cocinar. Una buena sustituta de la bolsa de agua caliente es una toalla humedecida y calentada en el microondas durante un máximo de un minuto (cuidado al sacarla, por si quema). Otro ejemplo divertido –aunque, a estas alturas, quizás no muy útil– es utilizarlo para despegar sellos: solo hay que humedecer la estampilla ligeramente e introducir y calentar el sobre en el micro durante 15 segundos. Voilà!
Cuidado con la nevera
- Que se va el frío. Piensa primero en lo que tienes que coger del frigorífico. Así no tendrás la puerta abierta más de lo necesario. De hacerlo, su interior se calentará más de lo que piensas. Asegúrate de que las gomas de cierre funcionan correctamente, es otra de las vías de escape del frío. Si esto ocurre, el refrigerador tendrá que esforzarse más por mantenerse en la temperatura óptima, así que gastará más energía.
- Acuérdate de descongelarla. Si empieza a aparecer hielo, significa que ha llegado el momento de desconectarla y limpiarla. Tener un modelo no frost, que evita que se formen esas capas, no te exime de la obligación de limpiarla. Si quieres acelerar el proceso, vacía la nevera, desenchúfala y mete dentro una olla de agua muy caliente.
Ahorrar con el horno
- Aprovecha el calor residual. Después de apagar el horno, tras cocinar una receta que haya requerido bastante tiempo (un pollo asado, por ejemplo), puedes usar el calor que queda dentro para hacer otros platos (una manzana o una pera asada).
- Descongela alimentos de otra manera. Aunque la forma correcta de descongelar los alimentos es dejarlos sobre la rejilla de la nevera hasta que vuelvan a su formato primigenio, también se puede hacer en el horno. Hay que colocar el producto en el medio del aparato a temperatura baja. Lo puedes hacer mientras cocinas otros alimentos, como verduras asadas. Así, el vapor que irá soltando el congelado servirá para evitar que las verduras se resequen.
- Limpieza natural. Exprime un par de limones y ponlos en un recipiente para hornear durante 30 minutos a 180 °C. Gracias a su poder desengrasante, después solo tendrás que pasar un trapo para limpiar sus paredes (si está muy sucio, quizás tengas que rascar un poco, claro).
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