El verano es tiempo de diversión, sol, reencuentros, agua… pero a veces también tiempo de caries, kilos de azúcar, descontrol de horarios, chuches, horas interminables frente al televisor… En muchas familias el verano es una época crítica en la alimentación de los pequeños. Muchos niños no están con sus padres a la hora de la comida durante el año escolar y el reencuentro en verano puede ser traumático para ambas partes. Además los horarios están menos definidos y las actividades cambian, el apetito disminuye y las ganas de hacer las cosas con orden y rutina también.
Para evitar posibles conflictos aquí van unas aclaraciones y para finalizar unos consejos de alimentación infantil especialmente pensados para el verano.
Una razón de agobio para padres y cuidadores durante el verano es ver que los niños comen menos de lo que estaban acostumbrados durante el resto del año. A menudo se pasa por alto que el gasto energético es menor:
- Por un lado la energía invertida en mantener una temperatura corporal constante de 37ºC, es menor, ya que el ambiente es más caluroso y más propicio a alcanzar esta temperatura que en invierno, cuando el organismo debe de luchar contra las bajas temperaturas.
- Por otro, es común pasar por alto que en algunas ocasiones, el gasto de la actividad física es menor, ya que pasan de estar horas en el colegio, jugando, corriendo, asimilando enseñanzas, actividades extra-escolares, etcétera, a días más sedentarios, con más horas de sueño y menos actividad física.
- Con el calor la apetencia por ciertos platos cambia, al igual que nos pasa a los adultos, por lo que además de las cantidades deben de modificarse las preparaciones.
Por tanto no debe suponer una alarma el hecho de ver que los niños tienen menos hambre y no se les debe obligar a comer en las mismas cantidades que lo hacían en invierno. Siempre y cuando no se evidencien déficits, es un comportamiento normal.
Es por tanto, un momento clave para que los nutrientes incluidos en su alimentación sean de calidad, y no llenarlo de alimentos que sacien en un primer momento, pero que a la larga les hacen flaco favor.
Si hay un aspecto que año tras año se recuerda en telediarios y recomendaciones de profesionales de la salud es la de la hidratación. Debe de ponerse especial atención a que los niños estén permanentemente bien hidratados, y para ello la sed se calma con agua. No hace falta ni mineralizaciones débiles, ni zumo con 18 vitaminas, la sed se calma con agua y sólo agua. Y esto sí que es importante. Si la forma de darles de beber va a ser con un inocente zumo de frutas que se presenta en una pequeña caja con pajita… ¡ahórraselo!, al niño, a su metabolismo y a sus caries.
Es importante también mantener unas rutinas relativamente estables en cuanto a las pautas dietéticas, es decir, si están acostumbrados a 5 ingestas al día, mantenerlas también en vacaciones. En este sentido almuerzo y merienda suelen ser los grandes sacrificados sustituidos por helados y compañía. Aprovecha que están en casa para darles cosas que durante el curso, por problemas de transporte, no puedan llevar.
Aquí algunos consejos para no tener conflictos en la mesa y asegurarse de que los niños están recibiendo una alimentación completa:
- Comenzar la comida con el plato que más le cueste al niño comer, o por aquel que tenga mayor calidad nutricional, que no densidad energética. De esta forma si no termina su ración nos aseguramos que ha comido mayor cantidad del que nos interesa.
- Si al niño le cuesta beber agua para mantenerse bien hidratado, y como los zumos a estas alturas ya quedan descartados (ni hablemos de refrescos), puedes añadir a su botellín unas rodajas de fruta que le aportarán un sabor diferente, con el que quizás le cueste menos tomarla.
- Puedes recurrir a platos completos por el riesgo de que no coma primer plato, segundo y postre, un plato completo con la justa proporción de todos sus ingredientes y nutrientes puede ser la solución.
- Cambia los platos invernales por preparaciones más refrescantes, prueba con ensaladas de legumbres, cremas frías de verduras, gazpachos con frutas… El verano puede ser la temporada ideal para aprender recetas de: pudding de pescado, pasteles fríos de verdura o gelatinas (naturales) de fruta, una forma mucho más refrescante de introducir los mismos alimentos sin perder calidad nutricional.
- Prueba a preparar en casa helados, batidos, “smoothies”… naturales, con lo rápido que madura la fruta en este momento del año, puede ser una opción ideal, no como única forma de consumo de fruta, pero sí como alternativa a los comerciales y como un aporte extra.
- Aprovecharos de los productos de temporada. Es en esta época cuando frutas y verduras alcanzan mayor colorido y variedad, y es también la preferida en cuanto alimentos para la mayoría, pues aprovecha, disfruta de melocotones, tomates, judías, sandía, paraguayos, pimientos, calabacín… que ya vendrá la época de comer naranjas, coles, brócoli y manzanas.
- Disfruta de un picnic en el campo o un aperitivo en la playa, pero si piensas pasarte 10 días en la playa dándoles patatas fritas y refrescos antes de las comidas, es mejor que les ahorres esa toma. Al igual que no se nos ocurre a estas alturas poner a un niño al sol sin crema protectora, ¿porqué se les da por sistema alimentos que sabemos que les hacen mal? ¿No es mucho más refrescante unos taquitos de fruta (piña, sandía, melón….) que unas patatas saladas y aceitosas?
- Si ha terminado sus actividades extra-escolares y también las horas de juegos con sus amiguitos, procura que el nivel de actividad física se mantenga también en verano, practicándolo a horas en las que el sol no sea muy intenso. Pero no puede aparcarse hasta septiembre, debe de acostumbrarse a que el ejercicio físico forma parte de su vida, como lo forma también lavarse los dientes, por ejemplo.
El verano es un tiempo estupendo para divertirse y para disfrutar también en familia. Procura que el rato de la comida no suponga una pesadilla ni para vosotros ni para el pequeño, es importante que desde pequeños aprendan que la comida es un momento de disfrutar y puede hacerse con alimentos de todos los colores. El verano, con los horarios relajados y el calor puede ser un momento perfecto para instaurar una educación nutricional de calidad, para pasar tiempo cocinando recetas fresquitas y sencillas con ellos.