Tanto si te apasiona perderte entre los fogones como si perteneces al grupo de los que tienen pesadillas con las sartenes, debes saber que cocinar es mucho más que un quehacer diario o parte de las obligaciones caseras. Preparar un buen guiso o amasar pan aporta múltiples beneficios psicológicos y físicos.
Últimamente, cambiaron muchas de nuestras costumbres y rutinas. El coronavirus logró meter en la cocina a muchas personas que presumían de no saber ni freír un huevo y parte de ellas siguen peleándose con las cacerolas para lograr comer un plato caliente sin tener que recurrir a la comida a domicilio.
Pero lo que seguramente no sepan todos los que reniegan de la cocina es que desde picar unas verduras hasta sazonar unos filetes aporta una gran cantidad de beneficios a nuestra salud. Y es que algo tan cotidiano como cocinar mejora considerablemente nuestro bienestar emocional.
En general, pasar tiempo en la cocina no solo logra que comamos de una forma más equilibrada, también nos ayuda a crecer en lo personal y a combatir problemas tan habituales hoy en día como la ansiedad y el estrés.
Cinco beneficios mentales de cocinar:
Relax.
Tal vez, al principio, cuando no te manejas muy bien con los utensilios y los tiempos, no consigas relajarte, pero una vez que le tomas el pulso, los niveles de estrés y ansiedad se reducen considerablemente. La razón es muy simple: cuando te concentras en picar una cebolla, vigilando que no se peguen unas lentejas o contando el tiempo para dar la vuelta a un filete, tu cabeza se olvida de otros problemas. Concentrarse en algo ayuda a relajarse y cocinar es, sin duda, una de las versiones más sabrosas del famoso mindfulness que incentiva la conciencia plena, es decir, el estar aquí y ahora.
Arriba la autoestima.
Por muy bajo que sea el nivel desde el que se empieza, la cocina es muy agradecida y enseguida se percibe una mejoría. Además, cuando un plato sale según lo previsto, la sensación de realización personal es inmensa. Y no hay que pensar en recetas complicadas, el simple hecho de darle la vuelta a una tortilla de patatas y ver el resultado tan redondito y jugoso… Nadie puede negar que es lo más parecido a meter un gol o a aparcar a la primera. Un pequeño subidón que te alegra el día. No hay nada que refuerce más la idea de sentirse valioso y útil que hacer algo con las propias manos. Y, cuando vas subiendo de nivel y del filete a la plancha pasas a un guiso que huele de maravilla o de unas verduras hervidas a un pastel de restaurante, la sensación es fantástica.
Más creativos.
Seguir las recetas al pie de la letra es algo común cuando se empieza, pero, a medida que te familiarizas con las sartenes y los conceptos culinarios, la imaginación empieza a volar. Las primeras modificaciones suelen responder a gustos personales y, cuando se pilla el truco, las ideas se amontonan en la cabeza y surge la magia. Podrás aprovechar los beneficios mentales de cocinar.
Dieta equilibrada.
La comida casera cuenta con una gran ventaja: además de que la adaptas a tus gustos, te permite controlar los ingredientes, sobre todo, los más perjudiciales para la salud, como un exceso de grasas, sal o azúcar. Además, puedes modificar las recetas para incluir ingredientes que te gustan menos, pero que son esenciales en la dieta, como las verduras o el pescado. Incluso si caes en la fiebre de los bizcochos, puedes modificarlos y cambiar el azúcar por un plátano maduro y la harina refinada por avena. Tan deliciosos como saludables.
Unir a la familia otro de los beneficios mentales de cocinar
Tanto si tus hijos como tu pareja son ‘alérgicos’ a las ollas, verte disfrutar cocinando será algo contagioso. Busca una función para cada uno de ellos y aprovecha para convertir la elaboración de la cena en una actividad familiar. Si no consigues ponerles un delantal, siempre puedes sobornarles con un aperitivo mientras te hacen compañía en la cocina y te cuentan su día.
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