Termina el día de playa y, cuando te miras al espejo, no estás morena… ¡estás roja! Quemarse es algo habitual, sobre todo los primeros días de exposición. Te explicamos cómo tratar una quemadura solar, lo que debes hacer y lo que no.
Cuando estamos expuestos al sol, la melanina entra en acción para protegernos de los daños solares, especialmente de los rayos UVB. Para lograr esta protección, el cuerpo aumenta la producción de melanina, lo que produce el bronceado de la piel. Sin embargo, todo tiene un límite, incluida la capacidad de producción de melanina. Cuando este límite se alcanza, la piel queda desprotegida ante los peligrosos rayos solares y esto puede llevar a quemaduras solares. El tiempo durante el que la piel puede defenderse varía según varios factores, siendo el principal el fototipo de cada persona. El fototipo se refiere a la capacidad de la piel para enfrentar la radiación solar, lo cual se refleja en el tono de piel. Por ejemplo, las personas de piel más clara tienen un fototipo bajo, lo que significa que su piel no produce suficiente melanina para protegerse adecuadamente y, por lo tanto, tienen mayor riesgo de quemaduras solares.
Cómo tratar Quemaduras solares de diferentes grados
Las quemaduras solares leves se caracterizan por la piel enrojecida, a menudo acompañada de picazón, sensación de ardor y calor. Es importante desechar el mito de que esta rojez se convertirá en un bronceado posteriormente. De hecho, las quemaduras solares solo conducen a un aumento del riesgo de cáncer de piel, ya que provocan daños en el ADN. En casos más graves, las quemaduras pueden causar ampollas. Y si la quemadura abarca una gran área de la piel, pueden presentarse otros síntomas, como fiebre, malestar general, vómitos o dolor de cabeza.
¿QUÉ HACER? El primer paso es lavar la zona con agua fría, para retirar restos de arena o del agua, así como sudor o restos de cremas. Como la piel está muy sensible, es mejor sumergir la zona y no apuntar directamente con el chorro. Después, toca el turno de la hidratación. Es aconsejable utilizar cremas emolientes con activos calmantes y reparadores, como el aloe vera o la urea. También puedes aplicarte gasas húmedas con manzanilla. Lo que no está aconsejado es aplicar otros productos, como mantequilla o pasta de dientes. No aportan beneficios y sí aumentan la posibilidad de infección o de resecar aún más la piel y empeorar la situación. Naturalmente, es importantísimo no tomar el sol hasta que la piel se recupere. Ni con la crema con la protección más alta: la piel no debe exponerse al sol en un mínimo de 72 horas. Por supuesto, tampoco debes retirar las pieles muertas, por mucho que creas que eso ayuda al proceso. Y tampoco abrir las ampollas. La reparación llevará su tiempo y no intentar acelerarla puede ser la única posibilidad de evitar males mayores y marcas en el futuro.
¿Qué es el SPF?
Lo vemos en los botes de crema solar o facial. Incluso sabemos que el 50 es muy alto, pero ¿qué significa? SPF son las siglas en inglés de sun protection factor (factor de protección solar) y se refiere al tiempo que ese producto protegerá tu piel de los rayos UV. Cuanto más alto sea el SPF, más tiempo durará su protección, pero no quiere decir que te protegerá más. En teoría, solo en teoría, si te quemas a los 10 minutos de exposición, al aplicar un SPF 50, ese tiempo se multiplica por 50 y tardarás 500 minutos en quemarte. Pero este cálculo no es válido. Hay que tener en cuenta que el agua retira parte de la crema, al igual que el sudor, el roce… Por eso es importante repetir la aplicación cada cierto tiempo, alternar sol y sombra y tener en cuenta que te puedes quemar incluso bajo el parasol.
Ahora que ya sabes cómo tratar una quemadura solar, te recomendamos nuestro post sobre cómo cuidar tus ojos este verano.