Todo ser humano que ve un perro adorable quiere tocarle, acariciarle. Va en nuestra forma de ser el mostrar afecto con contacto físico. Pero los perros no son humanos y en su forma de ser, en general, no entra muchas veces ser acariciados continuamente. No todos los perros son iguales y los hay más caseros que otros, siendo algunas razas más de pura compañía y afectuosas que otras. Pero hay que estar atento a lo que el perro nos comunica con su lenguaje para saber si le estamos sometiendo a una situación incómoda o no.
Muchos de los mordiscos o gruñidos que se llevan los dueños, y más aún los terceros, derivan de esa falta de medida en el contacto con el perro. Cuantas veces vemos por la calle a alguien que ve un perro y se dirige a él para acariciarle repetidamente sin más preámbulo ni aviso. El perro puede verse invadido en su espacio y verse sumergido en una situación que le produce estrés e incomodidad. Si esa situación se alarga o le pone muy nervioso y si tras avisar con muchas señales ve que el humano no reacciona y sigue persistiendo en su conducta, finalmente puede reaccionar con la última opción que le queda: el mordisco.
Dos consejos bien sencillos:
Uno. Antes de acariciar a un perro preguntar al dueño.
Dos. Cuando le acariciemos, estar atentos a la comunicación corporal del perro para saber qué nos está transmitiendo y si podemos seguir acariciándolo o es mejor dejarle tranquilo. En este sentido un truco que nos puede servir es aplicar el llamado ”test de consentimiento”. Consiste en que una vez que estemos acariciando a un perro paremos, a ver si él busca mantener ese contacto o no. De esta manera nos demostrará su preferencia.
A continuación os mostramos un vídeo muy ilustrativo que explica este tema con toda claridad. Muestra las distintas reacciones de dos perros al ser acariciados y las analiza después, en la repetición. La autora pone en práctica el test de consentimiento con los resultados que se ven.