Cada vez somos más conscientes de la necesidad de proteger nuestra piel y la de nuestra familia frente al sol, en particular durante las vacaciones de verano, pero la piel no es la única que sufre las consecuencias a corto y largo plazo de la exposición al sol. Los ojos también necesitan protección frente a la radiación solar. Las últimas investigaciones científicas intentan demostrar que unos ojos expuestos al sol durante los primeros años de vida tienen mayor riesgo de padecer en el futuro enfermedades visuales.
Además, la Organización Mundial de la Salud calcula que más de tres millones de personas se quedan ciegas a causa de un exceso de radiación solar. Una cifra increíble y realmente espeluznante que da mucho qué pensar.
En verano al estar tanto tiempo al aire libre los rayos ultravioletas (radiación UV), pueden resultar sumamente dañinos para nuestros ojos. Una exposición directa a la luz solar puede causar sequedad ocular, irritaciones diversas y quemaduras en la córnea., llegando a causar cataratas, tumoraciones conjuntivales o incluso la ceguera permanente. Y, por supuesto, los ojos de los más pequeños de la casa son los más vulnerables.
Las gafas de sol de calidad probada, los filtros terapéuticos y la protección adecuada para las actividades son la mejor manera de cuidar los ojos durante el verano.
Los especialistas en salud visual recomiendan que niños y adultos utilicen gafas de sol y además viseras en condiciones. Es importante asegurarse de llevarlas en la piscina, la playa o en actividades al exterior. Sobre todo hay que tener especial cuidado en la protección de los ojos de los niños, sus medios oculares son más transparentes y llega más cantidad de luz solar a la retina.
Quizás no lo habíamos pensado pero cuando hacemos deporte, y en verano solemos hacerlo habitualmente al aire libre, debemos proteger nuestros ojos para evitar daños. Existen en el mercado gafas deportivas, muy ligeras y fabricadas con materiales de alta resistencia, que protegen la zona ocular, detienen los impactos de pelotas o de otros elementos en los deportes de riesgo.
Debemos tener cuidado también con las cremas solares. Cuando nos las aplicamos debemos evitar que entren en contacto con nuestros ojos. Dependiendo de los componentes de la crema los efectos pueden ser realmente serios.
No uses lentes de contacto en la playa o en la piscina, tus ojos se verían expuestos a una gran cantidad de bacterias y microorganismos perjudiciales.
En la piscina debemos tener especial cuidado de nuestros ojos, y no precisamente por el sol. La composición del agua de las piscinas no resulta lo más apto para nuestros ojos. Cloro, bromo… Estos son algunos de los elementos con los que se trata el agua de las piscinas y su efecto sobre nuestros medios oculares, prácticamente, lo conocemos todos: picazón, irritación y visión defectuosa después de estar un largo rato en el agua. Por ello es recomendable que se usen gafas protectoras en el agua para evitar que tus ojos entren en contacto con el cloro y con otros agentes químicos. Cabe destacar que el cloro, por ejemplo, hace que tus ojos sean más sensibles a los rayos del sol. No está de más recordar, pues, que las infecciones oculares suelen aumentar hasta un 20% en verano.
Siguiendo estas pequeñas recomendaciones nuestros ojos y los de los que más queremos disfrutaran de un verano con todas las garantías. No los paséis por alto, son unos órganos sensibles que requieren un gran mimo, especialmente, en esta época del año.