Cada vez hay más personas diagnosticadas con intolerancia a la lactosa, un problema al que hasta hace poco no se le daba importancia, pero para el que, ahora, hay solución.
La leche y sus derivados no se han convertido, de repente, en algo nocivo, una conclusión que se puede extraer de los datos del aumento constante de personas intolerantes a la lactosa. Lo que ocurre es que se ha empezado a diagnosticar correctamente. Hace años, sus síntomas no se consideraban importantes o se relacionaban con otras afecciones. Lo cierto es que el hecho de que sean tan comunes ha supuesto una dificultad a la hora de relacionarlos con la lactosa.
Los síntomas más habituales son la hinchazón o el dolor abdominal, gases, diarrea, acidez o náuseas. Podrían achacarse a una mala digestión o a haber comido algún alimento en mal estado, por ejemplo. Además, el nivel de tolerancia cambia según la persona. Según ADILAC, la Asociación de Intolerantes a la Lactosa España, “el hecho de consumir la lactosa junto con otra comida y repartir su ingesta durante el día puede ayudar a determinadas personas a su tolerancia, pero, en definitiva, no existe un umbral único para todos los intolerantes a la lactosa”.
¿A qué se debe?
Toda la leche de los mamíferos (vacas, ovejas, cabras y seres humanos) portan el azúcar que conocemos como lactosa. Y los humanos tenemos una enzima en el intestino que se llama lactasa y que es la que nos permite digerir la lactosa. El problema surge cuando una persona no tiene suficiente lactasa para separar la lactosa en moléculas más pequeñas. Cuando no puede asimilarlos, la microbiota intestinal metaboliza la lactosa produciendo gases y malestar. Las molestias que indican esa intolerancia aparecen inmediatamente después de ingerirla. Es importante detectarla cuanto antes, o la lesión en la mucosa intestinal crecerá y, con ella, la intolerancia.
Consejos para una buena alimentación
❍ Cuidado. Además de evitar los lácteos, hay que vigilar los componentes de otros productos, como el pan, la bollería, los embutidos, la mahonesa, los purés, los enriquecidos con calcio e, incluso, las bebidas alcohólicas, porque pueden contener lactosa.
❍ Opciones adaptadas. En el mercado, ya existen muchos productos sin lactosa para aquellos amantes de los lácteos que no se veían viviendo sin ellos. Leche, yogures, quesos… es fácil.
❍ Otros. Hay muchos alimentos que pueden proporcionarnos la misma cantidad de calcio que necesitamos: sésamo tostado, el brócoli, la soja, los garbanzos, las anchoas, las almendras o las espinacas.
¿Sabías que…?
Alergia o intolerancia no son la misma patología. La alergia provoca un rechazo muy virulento a las proteínas de la leche, con síntomas tan serios como puede ser el bloqueo de las vías respiratorias. Estos síntomas se manifiestan automáticamente en cuanto la persona entra en contacto con el lácteo y es necesario acudir a un hospital.
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