Muchos de nosotros, por cuestiones laborales, solemos comer en la oficina de “tupper”, y para organizarnos la semana tendemos a cocinar previamente lo que vamos a comer. La mejor manera de mantener nuestra comida en buen estado, si la hemos cocinado días antes, es reservarla en la nevera o el congelador y las mejores herramientas para que nuestros platos se mantengan apetitosos es guardarlos en “tuppers”.
Tapar un plato con comida con otro plato invertido y meterlo en la nevera es la práctica ideal para que el alimento se reseque y se estropee. Incluso si lo cerráis bien con lámina de plástico transparente, que es lo que se llama vulgarmente “plastifilm”, tampoco tendréis una buena conservación porque este film no es del todo impermeable como pudiera pensarse, y el aire frío que existe tanto en la nevera como en el congelador resecan más que el aire ambiental.
Si la preparación que tapáis no es muy delicada quizás os sirva para unas horas o para el día siguiente, pero si se trata de un producto perecedero es mejor no arriesgarse y optar por un buen “tupper”. Con estos consejos la blogger Cristina Galiano nos desvela como realizar mejor esta tarea:
Requisitos que deben cumplir:
- Todos deben llevar grabados en el fondo por su parte exterior una copa y un tenedor lo que nos indica que son aptos para consumo alimentario.
- Para que sean realmente eficaces y seguros deben ser totalmente herméticos, mejor semirígidos y poder soportar desde los 120º hasta los 30º bajo cero puesto que en ellos vamos a volcar la comida recién hecha, casi hirviendo. Y tienen que aguantar después, sin resquebrajarse, el frío del congelador que en uno casero puede llegar a estos -30º.
- Muchos llevan también grabada su capacidad y las temperaturas que aguantan que suelen ser las indicadas anteriormente.
- Siempre que se pueda, aunque no es fácil, escoger los que son transparentes o translúcidos, más cómodos ya que se puede adivinar su contenido sin necesidad de abrirlos. De lo contrario habrá que etiquetarlos para identificarlos con rapidez.
- Los de toda la vida son los mejores y siguen teniendo el mismo inconveniente de siempre, cuestan mucho dinero aunque no se podría decir que son caros porque si los cuidáis duran una eternidad en perfecto estado.
- Frente a ellos han salido otras muchas marcas con distintos tamaños y formas y lo importante es tener una pequeña variedad de todos ellos. Probadlos porque pueden resultar con calidad ya que ahora la oferta es inmensa.
- Aunque los más cómodos son los cuadrados y rectangulares porque se pueden apilar y ocupan menos espacio, para conservar en la nevera platos cocinados caseros son más seguros los redondos porque en ellos la hermeticidad es superior y se puede eliminar mejor el aire residual de su interior.
- Para que estos “tuppers” os duren y no se resquebrajen sus tapas, por muy buenos que sean, al sacarlos del congelador, antes de abrirlos, ponerlos durante unos segundos debajo del grifo, aunque sea del agua fría, para que pierdan un poco estas bajas temperaturas y no estén tan fríos.
- Dónde mejor se limpian es en el lavavajillas pues a mano, aunque se use un quita grasas especial, es difícil conseguir que no queden pringosos.
- Si se han quedado coloreados en su interior, porque han contenido remolacha cocida, salsa de tomate, alcachofas cocinadas… blanquearlos en un instante llenándolos hasta la mitad aproximadamente con una mezcla hirviendo de mitad agua, mitad lejía que habréis calentado previamente en una jarrita en el microondas. Pierden la coloración inmediatamente. Para rentabilizar vuestro tiempo podéis aprovechar y blanquear varios de una sola vez con esta misma mezcla que sigue valiendo aunque se haya enfriado un poco.
- Tened mucho cuidado para que no se caigan al suelo si están congelados ya que se hacen añicos, incluso los de calidad óptima. A estas temperaturas tan bajas el material con el que están fabricados es muy quebradizo.