El sol no es inocuo y, de la misma forma que nos aporta multitud de beneficios, también puede ser contraproducente en determinadas ocasiones. ¿Sabías que, junto a algunos medicamentos, puede provocar una reacción adversa? ¡Te explicamos qué hay que tener en cuenta con el uso de medicamentos en verano!
Cuando un médico receta un medicamento, suele recordar que hay que seguir la pauta del tratamiento, que es importante tomarlo o no con comida y avisa de algún efecto secundario, si este es común, como, por ejemplo, las molestias estomacales con algunos antibióticos.
Pero demasiadas veces se olvidan de algo muy importante: de avisar si esa medicina es fotosensibilizante. Esto quiere decir que el sol puede interferir en la acción del principio activo y desencadenar una reacción adversa. Es decir, los rayos de sol y el medicamento se convierten en un cóctel explosivo. Por ello, hablamos de qué hay que tener en cuenta con el uso de medicamentos en verano.
MEDICAMENTOS FOTOSENSIBLES
Esto, que puede sonar un poco extraño, es muy común, ya que más de 300 sustancias que se venden en la farmacia son fotosensibilizantes y algunas de ellas son tratamientos habituales, incluso hay medicamentos que se venden sin receta y, por lo tanto, aún es más difícil conocer esta reacción.
Algunos de estos medicamentos fotosensibilizantes vienen señalizados con un sello en la caja. Se trata de una señal, parecida a las de tráfico, en la que, dentro de un triángulo con los lados rojos, aparece un sol. En algunos casos, esta información aparecerá en el prospecto, normalmente, en el apartado de precauciones o contraindicaciones, pero no es una información obligatoria, por lo que la única vía que tenemos para asegurarnos es preguntar al farmacéutico cuando compramos el medicamento, sobre todo ahora que comienza el buen tiempo.
Uno de los principios activos más comunes catalogado como fotosensibilizante es el ibuprofeno. Sí, ese analgésico que ingerimos casi para cualquier dolor o molestia no se lleva muy bien con el sol.
En la lista, hay muchísimos más de uso habitual, como el omeprazol, clásicos antihistamínicos para luchar contra los efectos de las alergias (la ebastina o la loratadina), la típica pastilla para la tensión (enalapril o losartán), así como uno de los recetados para la depresión (la fluoxetina) y para conciliar el sueño y controlar los estados de ansiedad o incluso tratar las contracturas musculares (diazepam).
Estos son algunos ejemplos, pero existen muchos más. En caso de duda, pregunta siempre a tu farmacéutico.
LOS MEDICAMENTOS FOTOSENSIBLES PUEDEN LLEGAR A PERDER EFICACIA SI ESTÁN EN CONTACTO CON LA LUZ Y LOS FOTOSENSIBILIZANTES PRODUCEN REACCIONES ADVERSAS AL ENTRAR EN CONTACTO CON EL SOL.
¿QUÉ TE PUEDE PASAR?
Por lo general, la fotosensibilidad que pueden provocar ciertos medicamentos se manifiesta en forma de reacciones cutáneas, entre las que podemos diferenciar dos tipos.
Las más frecuentes son las fototóxicas, que aparecen inmediatamente tras la exposición solar y son similares a las lesiones que produce una quemadura solar. Es decir, una parte del cuerpo se pone roja, aparecen ampollas y se siente picor y dolor. Además de la sustancia en sí, el grado de reacción depende de otros muchos factores, como la cantidad, el tiempo de exposición o la reacción de nuestra piel al sol.
Por otro lado, encontramos las reacciones fotoalérgicas. Son mucho menos comunes y suelen darse en medicamentos tópicos, como las pomadas, cremas o geles. En este caso, hablamos de una reacción fotoquímica al absorberse la radiación solar y una activación incorrecta del sistema inmune. Se puede manifestar incluso horas después de haberse expuesto al sol y la forma más habitual es dermatitis de contacto, con erupción tipo eccema, hinchazón y picor, pudiendo extenderse más allá de la zona de piel expuesta al sol.
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